El inicio de la vía es desde arriba, así que allí nos colocamos y en 2 ó tres rápeles y unos destrespes nos colocamos en la repisa inferior, un diedro bien marado es nuestro objetivo.
L1, gigante; comienza el colega, un diedro de canto buenísimos, roca de primera calidad, generosa y bien equipado, eso si, las cintas flotan, nunca tocan la pared y se llega a la reunión bien calentito, pese a ello, V+. A esto me refiero con lo que ¡cómo están de fuertes los vascos!
L2, nene; un poco más encillo que el anterior, pero aquí viene el primer embarque, una línea que no hay en los croquis me dirige a una placa finísima de regletas menudas, tras una caida y varios pegues giro mi cabeza y veo un diedro más que evidente, destrepo, y voy para allá. Me salto una reu y sigo hacia arriba, disfrutando al máximo. Al final monto la R2 un poco antes de la R3.
L3, gigante; termina el final de mi largo, llega a la repisa, donde nos juntamos y sigue hacia arriba en lo que debe de ser el L4. Comienza por una placa, pequeño desplome y llega el segundo embarque, tras sucesivos pegues y varios vuelos sin motor decide que ni de coña es 6a+, si no cifras mucho más astronómicas. Cambia de via y tras un rato llega a la cumbre del Monte Ogoño. Yo detrás suya, y por el camino que al final ha seguido consigo encadenar el largo no sin sufrir como un ratón.
En la cima disfrutamos de maravillosas vistas, un abrazo. Recogemos con un hambre que nos lleva el diablo, la escalada ha durado el doble de lo esperado por los continuos embarques en ottras vías. Aún así un día excelente, que celebramos en un pueblo pesquero cercano con unas cervecitas donde loas muchachas nos esperan, jejeje